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Mostrando las entradas de diciembre, 2023

Umberto D (1952)

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Umberto Domenico Ferrari es un hombre de setenta años cuya pensión de jubilado no es suficiente para pagar la habitación que renta en el número 14 de la Via San Marrtino della Battaglia, a un lado del ya desaparecido Cine Iride, en cuya fachada se anuncian en esos días dos viejas películas: El hombre de la jungla , con Buster Crabbe y Sheila Darcy (1941), y El hijo de la jungla , con Johnny Sheffield (1949) El mísero cuarto pertenece a Antonia Belloni, una despótica mujer de mediana edad que, en ocasiones, aprovecha la amplitud de su piso para ofrecerlo como casa de citas y que amenaza constantemente a Ferrari con echarlo del lugar si no cubre puntualmente su renta. En la casa vive, como sirvienta, la dulce María, una jovencita de dieciséis años que ha quedado embarazada de alguno de sus dos novios (ella dice que de los dos). Umberto la trata a veces como un padre que la reprende y a veces como un abuelo que la consiente y que le ofrece apoyo para obligar al responsable, sea quien sea,

Roma y sus alrededores

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El sábado 23 de diciembre pasé a la librería Ático y me encontré con un viejo ejemplar de Roma y sus alrededores , de las Guide Verdesi, al parecer muy conocidas a mediados del siglo pasado (no he encontrado en internet información sobre Enrico Verdesi).  Al hojear el librillo, me encontré entre sus páginas dos biglietti d'ingresso a la Galería Borguese. Los boletos no especifican el lugar, pero sí el sello del museo estampado en uno de ellos. Esto significa, seguramente, que las entradas fueron expedidas por la Dirección General de Antigüedades y Bellas Artes, dependencia que, según entiendo, dejó de existir en 1974 y entregó sus tareas al entonces recién creado Ministerio de Cultura de Italia. Los boletos (que traen el año de adquisición) me permiten crear la posible historia de este ejemplar. Hace sesenta años, en octubre de 1963, un matrimonio mexicano viajó a Roma y, después de visitar la Scalo de Pinedo, a las orillas del Tíber, pasó por la Via Degli Scialoia y adquirió el l

Pallazo Ducale (Venecia)

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Melancolía, embeleso y liviandad forman el conjunto armonioso de una pintura veneciana, Las Bodas de Baco y Ariadna (c. 1576).  Aunque disimulado, sensualismo que se idealiza a través del melodrama mitológico, sublimación de los antojos.  Para el forastero, el cuadro es una ventana; para el lugareño, lo que cuelga es un espejo. Estoy en Venecia, la de larga y suave decadencia. Visito ahora una de las salas del Palazzo Ducale. Liviandad, embeleso y melancolía. Se detiene aquí el mundo –o, mejor dicho, desde aquí se mueve-, acaso porque la misma ciudad –pavimento de crisopacio, arquitectura de pórfido y mármol, cúpulas de plata que coronan el mosaico de las iglesias, el sobredorado de sus pórticos- ha predispuesto mi ánimo para que esta obra, como otras, me fascine. La luz y el color, personajes heroicos de la modernidad, son ahora quienes dominan mis humores y mis sentidos. El aliento se corta ante la paradoja renacentista: por un instante, el universo tiene centro. Tintoretto , el

El mercader de Venecia

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Primera nota Estamos en Venecia, la de larga y suave decadencia. Son días de carnaval y mascarada, así que tenemos como escenografía una escenografía, es decir, un mundo de apariencias donde el único ser auténtico y sin máscara es Shylock. Es Shakespeare en su tinta: volvemos al teatro dentro del teatro. Para esta obra, los actores representan personajes que se vuelven actores que se vuelven personajes, no sólo porque hay fiesta en las calles sino porque hay necesidad y deseo de clandestinidad y de engaño. Amante furtiva, Jessica se viste de paje para ser raptada por Graciano; Porcia y Nerissa se disfrazan de jóvenes letrados para salvar a Antonio. Volvemos, pues, al teatro y a la identificación de la vida como un escenario: “No tengo al mundo más que por lo que es, Graciano: un teatro donde cada cuál debe representar su papel, y el mío es bien triste”, advierte Antonio, cuyas palabras me hacen verlo como un veneciano pre-renacentista, absolutamente medieval, que defin

Roma, ciudad abierta

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A casi ochenta años de haberse estrenado, Roma, cittá aperta , de Roberto Rosellini (1945), conserva su fuerza dramática y su elocuencia histórica, a la vez que nos ofrece un sobrecogedor testimonio fílmico de la Roma inmediatamente posterior a la ocupación nazi. Sirve recordar, a propósito, que Italia, después del derrocamiento de Mussolini, padeció su división interna: por un lado, la República Social Italiana (títere de los nazis); y, por el otro, el Comité de Liberación Nacional, es decir, la resistenza , cuya dignidad y cuya entereza son debidamente expuestas en el guión y magistralmente representadas por Aldo Fabrizi, Anna Magnani, Marcelo Pagliero y el mismo Vito Annicchiarico (tres años más tarde, otro niño nos arrancaría lágrimas semejantes: Enzo Staiola, en Ladrones de bicicletas ). Roma, ciudad abierta llegó a la Ciudad de México en 1948 y fue estrenada en el Palacio Chino, sala de cine que se encontraba (se encuentra, aunque abandonada) en la calle de Iturbide del Centro H

Ladri di biciclette

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Parece no tener importancia, pero para mí sí la tiene: el título original de la película es "Ladrones...", Ladrones de bicicletas . El plural nos señala desde el título un hecho consuetudinario en la Roma de posguerra (la película de Vittorio de Sica se estrenó en 1948).  Ésta es una de las obras maestras del cine, no sólo del neorrealismo italiano sino de la historia general del séptimo arte. Por otro lado y después de verla múltiples veces, sigo sorprendido y encantado ante las excelentes actuaciones de Lamberto Maggiorani (Antonio Ricci) y Enzo Staiola (Bruno, hijo de Antonio). Dejo esta nota para recordar que la historia sucede en Roma y que hay dos lugares que merecen visitarse: Piazza Vittorio y Porta Portese.  Piazza Vittorio Dice Wikipedia que, a partir de los últimos años del siglo XIX, surgió en el centro de la plaza un gran mercado al aire libre. En la posguerra, en los soportales que rodean la plaza, había un gran número de puestos que vendían los productos más di

Una semejanza entre el peregrino medieval y el viajero moderno

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"A pesar de la profunda diferencia que separa, no sólo en sentido cronológico, el mundo de los peregrinantes del mundo de los primeros viajeros, existe una soterrada herencia que el silencioso y viejo peregrino en viaje a Roma deja al joven y locuaz aristócrata europeo que viaja con mirada de Ulises a lo largo de la península. Esa herencia consiste en el trasvase desde una a la otra forma de viajar de un intenso, invadente (sic), componente ritual, componente que se manifiesta en un listado de etapas canónicas para alivio del espíritu y del cuerpo, así como de obligadas visitas a las maravillas de la antigüedad en las que se articulan los primeros viajes a Italia. Es como si, en la estructuración de estos lñaicos itinerarios de la belleza y el saber, hubiera tenido lugar una transferencia del principio básico del peregrinaje, que a cada paso anuncia y declara su objetivo, que ilumina las interminables e impracticables sendas de los simulacros del Santo Sepulcro -es decir, feligres