Umberto D (1952)


Umberto Domenico Ferrari es un hombre de setenta años cuya pensión de jubilado no es suficiente para pagar la habitación que renta en el número 14 de la Via San Marrtino della Battaglia, a un lado del ya desaparecido Cine Iride, en cuya fachada se anuncian en esos días dos viejas películas: El hombre de la jungla, con Buster Crabbe y Sheila Darcy (1941), y El hijo de la jungla, con Johnny Sheffield (1949)

El mísero cuarto pertenece a Antonia Belloni, una despótica mujer de mediana edad que, en ocasiones, aprovecha la amplitud de su piso para ofrecerlo como casa de citas y que amenaza constantemente a Ferrari con echarlo del lugar si no cubre puntualmente su renta.

En la casa vive, como sirvienta, la dulce María, una jovencita de dieciséis años que ha quedado embarazada de alguno de sus dos novios (ella dice que de los dos). Umberto la trata a veces como un padre que la reprende y a veces como un abuelo que la consiente y que le ofrece apoyo para obligar al responsable, sea quien sea, a enfrentar las consecuencias de su acciones.


Después de venderle a un hombre su reloj en tres mil liras, 
Umberto se despide de él al entrar a la Piazza del Popolo.

Pero los caminos se cierran ante los esfuerzos de Umberto para resolver su propia situación, a tal grado que intenta convertirse en mendigo, con la ayuda de Flike, su dócil y tierno perro; pero fracasa en el intento, pues aún le queda algo de dignidad, y es precisamente ese pequeño haz de orgullo el que lo lleva a intentar el suicidio. Para su fortuna, Flike lo salva con su natural sentido de conservación.

¡Es Vittorio de Sica, el mismo de Ladrones de bicicletas y de Sciuscià! Pero también el mismo de Matrimonio a la italiana y de Ayer, hoy y mañana. Y digo el mismo porque, salvando las diferencias temáticas y dramáticas de las obras mencionadas, hay en ellas una aguda capacidad de explorar la naturaleza humana, sea mediante la cruda exposición que ofrece el neorrealismo italiano o sea mediante la equilibrada tensión dramática de la exitosa incursión del director en la llamada commedia all'italiana de los años cincuenta y sesenta.

En su nutritiva página Tiempos de cine, Juan Carlos González A. escribe: Flike es lo que le queda a Umberto cuando todos se fueron, cuando le dieron la espalda. Es el objeto de sus afectos, el último ser vivo que no va a abandonarlo bajo ninguna circunstancia. De Sica había pasado su existencia en el mundo del espectáculo y fue siempre un actor muy popular. Sabía lo que el público masivo quería, sabía ser sentimental sin ser ofensivo y manipulador. Por eso existe Flike en esta historia, interpretado por Napoleone, uno de los pocos intérpretes profesionales que se contrataron para este filme.

Abatido, después de no obtener el apoyo de Battistini, 
a un costado del Panteón de Agripa.

Lugares de Roma que sirven de escenario a Umberto D

1. Via San Martino della Battaglia y el edificio 14 de esa calle (donde vive Umberto)

2. Piazza del Popolo

3. Piazza de la Minerva (donde Umberto se topa con un afable pero evasivo Battistini). En esta plaza se encuentra uno de los trece obeliscos de Roma. Del pedestal, dice Wikipedia: "Su peculiar diseño se inspira en una de las frases grabadas en la columna (Se necesita una mente robusta para mantener una sabiduría sólida) y para materializarla se eligió la figura de un elefante, capaz de soportar el peso de tal columna y símbolo de sapiencia y erudición en muchas culturas, tal y como recoge en el libro El sueño de Polifilio, del que el arquitecto barroco (Gian Lorenzo Bernini) se inspiró para realizar esta obra."

4. Palazzo Chigi Odescalchi, en Piazza Santi Apostoli 81.

5. Via Flaminia 82, donde Umberto almuerza y es reprendido por compartir su plato con Flike. Hoy, este edificio es Il Museo dei Bambini di Roma.

6. Via Leccosa, calle donde Umberto conoce a una pareja que cuida perros.

7. Panteón de Agripa, donde Umberto intenta volverse mendigo y se topa con il commendatore.


Umberto se despide del comendador









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