El mito de Venecia

EL MITO DE VENECIA

Pablo Espinosa
La Jornada del 7 de octubre de 2023
LAS NEGRITAS SON DE AGUS


El mero vocablo Venecia transporta, evoca, mueve. No solamente sus canales, su arquitectura renacentista y gótica, sus pintores (Tiziano, Tintoretto, Tiepolo), también su música es un emblema.

Esa música es un misterio. El imaginario popular se conforma con Vivaldi, aunque Venecia fue en realidad, antes de Vivaldi, uno de los epicentros del arte y la cultura, donde confluyeron estilos y movimientos estéticos variopintos y se fundaron cimientos de la música occidental entera.

El disco titulado The Myth of Venice: 16 Century Music for Cornetto&Keyboards, de Gawain Glenton y Silas Wollston, nos pone sobre la mesa el mapa completo, y sobre la tornamesa, la delicia entera de la música que se cultivó durante el Renacimiento y la primera etapa del barroco en ese archipiélago.

Por supuesto que el referente central es la Catedral de San Marcos, pero eso solamente para la música sacra, cuyo puesto de organista era disputado por los grandes maestros de la época. Los dos más importantes fueron Claudio Merulo y Andrea Gabrieli.

Pero había también muchas iglesias y capillas donde ocurría la música, y en otros espacios también era fundamental, porque Venecia no se explica sin música, en ninguna era (recomiendo, por cierto, el relato titulado El cantante melódico, incluido en esa obra maestra de Kazuo Ishiguro: Nocturnos: Cinco historias de música y crepúsculo). Así que además de composiciones para el órgano monumental de San Marcos, había por doquier madrigales y música para escenificaciones teatrales.


"En realidad, soy un <<<zíngaro>>, como nos llaman los demás músicos, uno de los tipos que rondan por la piazza (se refiere a la Piazza San Marco, por supuesto), en espera de que cualquiera de las tres orquestas de los cafés nos necesiten. Casi siempre toco aquí, en el Caffè Laverna, pero si la tarde se anima puedo actuar con los chicos del Quadri, ir al Florian y luego cruzar otra vez la plaza para volver al Laverna." El cantante melódico, cuento de Kazuo Ishiguro, incluido en su libro Nocturnos (2009). 

Además, Venecia fue el punto fundamental para la edición e impresión de partituras, lo cual le confiere importancia aún mayor e internacional.

El disco que hoy nos ocupa, toma como eje dos de los instrumentos más importantes de esa era: el corneto y el clavecín, y sus derivados.

El corneto fue uno de los instrumentos más reverenciados en el siglo XVI en toda Europa porque era el que tenía la mayor capacidad de imitar la voz humana. Fue el instrumento fundamental en las composiciones vocales, ya fuera acompañando voces (la técnica de interpretación conocida como colla voce) o sustituyendo a una o varias voces.

Pero también fue el instrumento solista por excelencia, por ejemplo, en la práctica de las disminuciones, tan populares en ese entonces.

Los virtuosos de ese instrumento, el corneto, gustaban tomar una pieza vocal, ya fuera un motete, un madrigal o una canción, para añadirle ornamentos y dividir en notas cortas las muchas notas largas de la composición original.

Las disminuciones eran básicamente improvisaciones y ese arte debía ser enseñado minuciosamente y eso explica la publicación de numerosos tratados, como el muy célebre que escribió Girolamo Dalla Casa.

Esos tratados incluían ejemplos de disminuciones, como la de Adrian Willaert titulada Jouissance vous Donneray, incluida en el álbum que hoy nos ocupa.

El término disminución proviene del vocablo medieval diminutio, que significa disminuir y tiene cuatro aplicaciones posibles. En música, se trata de ornamentaciones o embellishments.

El embellishment consiste en florituras sonoras, notas añadidas que no son esenciales en la línea sonora, pero que sirven para decorar u ornamentar esa línea proveyéndola de un interés añadido y variedad, y otorga al intérprete la oportunidad de añadir expresividad.

Muchos de los ornamentos suelen ser tocados como fast notes girando alrededor de un motivo central, o main note, donde una nota larga suele dividirse en una serie de notas cortas, conocidas como valores, o bien como coloración.
Una disminución puede ser también un recurso composicional donde una melodía, tema o motivo pueden presentarse como notas cortas que fueron usadas con anterioridad en el mismo pasaje.

Otra significación del término disminución es su acortamiento proporcional a partir de una nota sencilla.

La cuarta acepción refiere a un intervalo menor o intervalo perfecto que se estrecha mediante un semitono cromático.

El embellishment es propio del Renacimiento y del barroco temprano. En Inglaterra se denominó divisio; en Italia, pasagio; en Francia, double, y en España glosas, o bien: diferencias.

El track 7 del disco El mito de Venecia es una cátedra de disminuciones: a la Fontaine diminutions by Gawain Glenton after Silvestro Ganassi, y muestra las habilidades asombrosas de Glenton en la ejecución del corneto, instrumento que suena a trompeta barroca.

Hay en el disco que hoy nos ocupa otros recursos técnicos propios de la época, como el salto cativo, que implica el uso de un salto mediante una nota auxiliar breve, ejemplificada en el track 13: Toccata di salto cativo del VI tono.

Otra de las técnicas musicales que animan El mito de Venecia es el ricercar, que consiste en una composición instrumental propia de los siglos XVII y XVIII, aunque sus efectos y connotaciones estuvieron presentes en los tres siglos siguientes.
El verbo italiano ricercare significa buscar o descubrir. Muchos ricercares hacen la función de preludios para averiguar la clave o modo en que se desarrollará la obra entera.

Con la llegada de William Willaert a la Catedral de San Marcos en 1527, Venecia pudo por fin contar con un músico de prestigio internacional y acrecentó su imagen de ciudad rica en oro, pero más rica en su renombre; poderosa por sus obras, pero más poderosa por sus virtudes.

La consolidación de Venecia como ciudad líder en la publicación de música impresa y el tránsito continuo de músicos, hizo de la ciudad flotante todo menos una isla, y muy competitiva. Los organistas se batían en largos duelos de invención y gracia, mientras en las calles venecianas, una nueva cultura de la danza despertó mayores oportunidades a los instrumentistas para mostrar sus habilidades de improvisación.

Íntima y exuberante, docta y desenfrenada, la exploración de este mundo pleno de chispeante virtuosismo llevada a cabo por Gawain Glenton y Silas Wollston, muestra cómo el eterno Mito de Venecia fue construido sonido a sonido.

Gawain Glenton es uno de los máximos intérpretes del cornett, instrumento que data del periodo medieval y se extiende al Renacimiento y el barroco, cuyo sonido es definido como alto como una trompeta, quedo como una flauta dulce.

Silas Wollston es el gran maestro del virginal y el órgano, experto en bajo continuo, recurso técnico que consiste en un cifrado armónico mediante un procedimiento donde el compositor escribe una línea de bajo que generalmente cuenta con números (cifras) anotados que indican a los intérpretes los acordes que deben ser construidos en las voces superiores, de ahí su nombre alternativo: bajo cifrado.

Los compositores que construyeron El Mito de Venecia, incluidos en este disco, son, entre otros: Andrea Gabrieli, compositor y organista italiano de finales del Renacimiento; es tío del más famoso compositor Giovani Gabrieli y fue el primer miembro de renombre internacional entre los compositores vieneses. Tuvo gran influencia en la difusión del estilo veneciano tanto en Italia como en Alemania.

Adrian Willaert, ya mencionado aquí, es un compositor flamenco de música del Renacimiento, fundador de la Escuela Veneciana de Música. Fue uno de los más representativos miembros de la generación de compositores nórdicos que viajaron a Italia y trasplantaron ahí el estilo polifónico de la música franco flamenca.

Giulio Segni Da Modena, también conocido como Julio Segni y Biondin, fue un compositor italiano conocido por sus ricercares en Musica Nova y organista de la Basílica de San Marcos.

Girolamo Parabasco fue un escritor, compositor, organista y poeta italiano del Renacimiento, alumno de Adrian Willaert. Escribió poemas en verso y en prosa y es conocido por su obra I Diporti, colección de historias que siguen el modelo del Decamerón, de Boccaccio.

El disco The Myth of Venice es un tesoro de hallazgos, sensaciones, ideas, concentración poética, virtuosismo, poesía.

Escuchar los caudales de música que lo componen es navegar en una góndola por sus canales, agachar la cabeza al pasar debajo de cada puente, mirar el atardecer que se refleja en los cabezales dentados de las coletas de las embarcaciones.

Porque navegar es escuchar, sonreír, soñar.

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